Saturday, December 01, 2012

Discurso Despedida Alumnos Cuartos Medios 2012 (continuación)


Nuestro espacio físico cotidiano, se transforma esta tarde con el fin de generar la magia de  evocar  in situ, por última vez, los momentos importantes en que fueron protagonistas  de su propio aprendizaje de la  vida y del conocimiento.


Importante, porque durante este período de 4 años (y cinco para algunos), en que fuimos partícipes y conductores de sus procesos de crecimiento intelectual,  afectivo y social, compartimos tiempos de grandes transformaciones culturales .
Sin duda nos dimos cuenta que ustedes, queridos alumnos y alumnas, habían cambiado, habían crecido no solo en conocimientos, sino que a partir de la experiencia fueron poseedores de un nuevo discurso colectivo con el que querían aportar hacia el logro de una comunidad más justa y equitativa.

Muchos de ustedes evidenciaron un fuerte liderazgo a través de un sinnúmero de acciones que configuraron la creación de un nuevo movimiento social, en procura de una educación pública de mejor calidad. Hubiésemos querido que las propuestas se  expresaran en un clima de mayor respeto y democracia, sin mayores rupturas y divisiones entre ustedes y nosotros, como también menos dolorosas para la institución liceana;  pero el compromiso, la pasión y los ideales dijeron otra cosa, lo que indudablemente estableció  un antes y un después en la historia de sus vidas, en la historia de este Liceo y en la tradición de la Educación pública chilena.



Aquello nos obligó como institución a replantearnos el liderazgo pedagógico desde visiones más amplias y plurales,  con el fin de concretar el crecimiento educacional, pues este proceso que estamos viviendo, nos ha demandado,  apoderados, alumnos y profesores: paciencia, energía e inteligencia con el fin de reconstruir las confianzas necesarias para establecer nuevas alianzas con todos estos estamentos que conforman  nuestra institución.

Queridos alumnos y alumnas que egresan hoy de nuestro histórico liceo, ha llegado el tiempo de encauzar toda esa energía hacia un nueva etapa trascendental, porque a partir de hoy, considerando sus características y competencias personales, tendrán la posibilidad de construir su destino en distintas direcciones, sea esta, el campo técnico, profesional o laboral.

Nosotros sus profesores quisiéramos  que  buscaran y encontrara  la manera adecuada , para sentirse plenos , aportando a nuestro país, lo mejor de cada cuál. Lo importante será que lo hagan con compromiso, energía,  convicción  y por sobre todo con  amor y pasión, que de seguro les reportará grandes compensaciones en su futuro.

Sean felices,  disfruten cada instante y aprovechen cada minuto para seguir creciendo y aprendiendo del ser humano y de la vida.
Caminen al futuro con prestancia, con fe, con amor, apoyados en nuestro afecto de maestros.
El futuro es de ustedes y depende de ustedes, mucha suerte.

Les deseamos lo mejor.
Muchas gracias.


Profesora: Ana María Pietrantoni                                   Nov 2012

Wednesday, October 24, 2012

HOMENAJES POR LOS 150 AÑOS

 Homenaje de los Ex componentes de la Banda del LEDLB

Sesión especial del Senado Homenaje  a los 150 años del LEDB

Thursday, September 06, 2012

PROPOSICION DE DECLARACION DEL 1 DE SEPTIEMBRE

Este año se cumplen 150 años de vida del Liceo Eduardo de La Barra de Valparaíso. Una fecha notable, y aun más, destacable. Este local de calle Colón del Puerto ha entregado a la ciudad y al mundo, cientos, miles de jóvenes que de una u otra manera han contribuido a que nuestra Patria sea un lugar mejor.
Para festejar esta fecha, un grupo de egresados del Liceo en el año 1964, se han reunido recientemente para confraternizar y recordar aquellos tiempos de liceanos. Sin embargo, percibimos con gran tristeza como la educación pública, de que gozamos en nuestro tiempo se ha derrumbado estrepitosamente. Nuestro Liceo, orgullo de toda una región, ahora es simplemente, una institución más sumida en la desesperanza. Nos causa indignación ver como aquella educación valórica, noble, tolerante, laica, desprovista de etiquetados políticos y no comprometida a credos religiosos, gratuita, peligra con dejar de existir.
Nos preguntamos: ¿Qué ha ocurrido? ¿Cómo es posible que hoy veamos este triste espectáculo? ¿Está la educación pública destinada a desaparecer? ¿Por qué se debe pagar para tener los conocimientos que el Estado debe entregar responsable y obligatoriamente a sus ciudadanos?

Egresados en el año 1964 y otros compañeros de diferentes letras del Liceo Eduardo de La Barra, reunidos en este cena de homenaje al Liceo Eduardo de la Barra, pensamos que tenemos un deber. Estamos llamados a pronunciarnos. No podemos ser cómplices de este estado de cosas. Aún más, tenemos la obligación moral de manifestar nuestras preocupaciones. Son estos motivos los que nos llevan dar a conocer nuestra opinión a través de esta declaración pública.

El Liceo Eduardo de la Barra, lideró durante decenios una notable educación de elevado nivel. Profesores de gran altura, disciplina como todos la conocimos, compañerismo a toda prueba, y recuerdos imborrables de aquellos años, donde pasamos de tener pantalones cortos a largos, y donde el Liceo nos preparó en Educación Cívica con severidad.

Enfrentamos los desafíos de ingresar a la Universidad, o simplemente logramos encontrar trabajo como empleados públicos o particulares, o fuimos nuestros propios artífices de un exitoso destino. Pero estábamos preparados. Proyectando la realidad de aquellos años a nuestros días, el Liceo tenía un esplendoroso porvenir. Nuestros profesores también lo eran de la Universidad, eran examinadores de los colegios particulares. Ahora han surgido toda una pléyade de instituciones donde solo el lucro es el norte (sin que el lucro en si, necesariamente sea malo), la calidad de los conocimientos, dudosa, y la Educación Cívica prácticamente inexistente. Tuvimos, además, la suerte de los que ingresamos a la universidad, esta también era gratuita o pagábamos un aporte que era conforme al ingreso familiar

Llamamos a los cientos de Liceanos a suscribir esta u otra declaración.

Nuestro deber es con nuestro querido Pancho y Chile, para que podamos estar seguros que los jóvenes de hoy puedan recibir una formación integral, y que los haga libres gracias a sus conocimientos. Requerimos voluntades intrépidas en nuestros dirigentes. Deseamos ver políticos y funcionarios del Estado con mentes esclarecidas para restituir a la educación pública el rol que por historia le pertenece y por fututo le es indispensable. Enviamos un mensaje a todos nuestros compatriotas a manifestarse con gestos ennoblecidos. Hacemos un llamado a todos para meditar que el sistema educativo imperante debe ser modificado con mucha sabiduría.

Finalmente, y sin duda, hemos expresado estos pensamientos porque lo consideramos un DEBER, en cumplimiento de vuestro HONOR y producto de nuestra UNION.



¡VIVA EL LICEO!

¡DE LA BARRA… BARRA!

Ex Alumnos Promoción de 1964 y compañeros de la letra B.

ESTA ES LA DECLARACION PROPUESTA POR LUIGI CIAMPI

Puedes aportar tu opinión, sugerencia o modificación enviando tus comentarios.
O dirigirte a los correos de Luigi Ciampi: lciampi@uach.cl
o al de Antonio Lautaro Borja: pacoborja@yahoo.com

Sunday, December 06, 2009



(Continuación)

RECORDANDO AL PROFESOR MIGUEL ESPINOSA CHIAPPA
( 22.09.1929-09.12.2003 )

Su gran amigo y colega Hugo Rolando Cortés, también ya partido a la Eternidad hace pocos años, lo describió en su recopilación de “Crónicas de Valparaíso como “…el maestro Miguel Espinoza( sic), personaje ciertamente renacentista, múltiple, iconoclasta, severo, pródigo,universal, incorruptiblemente gramatical, apasionado y apasionante; contradictorio hasta consigo mismo; extraído, con seguridad, de algunas de las miles de páginas que ha devorado incansablemente…”. No creo equivocarme, Profesor, que Ud. le habrá manifestado reparos a su colega por el uso de la “z“ en su apellido paterno y por aquello de iconoclasta, término casi en desuso y que poco sería entendido.
Sepa Ud., profesor, que hemos estado recordándolo virtualmente, en un diálogo a distancia con Lorena, hija suya ahora residente en Madrid, como también con su gran amigo Norman Cortés Larrieu, ex Rector de la UPLA, en una cálida conversación, al abrigo de un rincón muy porteño como es el “Café Hesperia”. De estos diálogos han emergido aristas que no conocíamos de su personalidad, como asimismo de un tiempo muy distinto en cuanto a la atmósfera en que se desarrollaba la labor educativa, y la solidaridad entre los docentes. Así como en su oportunidad mis hijos no creían que mis estudios superiores los haya hecho gratuitamente, también yo quedé sorprendido al escuchar la siguiente historia: estando un docente con el problema de tener que ausentarse de la ciudad durante un año, para la obtención de un grado académico, dos compañeros, uno de ellos Ud., Profesor, impartieron las clases y así el profesor pudo conservar su menguada pero necesaria remuneración. Procedimiento poco apegado a la legalidad, pero legítimo porque un profesor se capacitaba y los alumnos no veían interrumpido su curso.
Cuando éramos sus alumnos ignorábamos aspectos tales como su gran espíritu deportivo, que entraba en colisión algunas veces con su apasionamiento llevándolo irreflexivamente, muchos años antes que Fernando González, a patear en el suelo su raqueta, disgustado por una derrota .
Cuando ya éramos sus ex alumnos , conocimos de su sensibilidad, al recitarnos con energía y emoción, tantas veces, ese famoso poema del autor argentino Francisco Luis Bernárdez ( 1900-1978) que en sus primeros versos dice “Estar enamorado, amigos, es encontrar el nombre justo de la vida / Es dar al fin con la palabra que para hacer frente a la muerte se precisa / Es recobrar la llave oculta que abre la cárcel en que el alma está cautiva…”. Su hija Lorena, Profesor, recuerda nítidamente este poema, muy vivido en la intimidad de su hogar formado con su esposa Gina y sus hijos Miguel Ángel, Marcos, Gina, Lorena .
En estas conversaciones, Profesor, hemos evocado su gran compromiso docente, que lo llevó a asumir tareas en Liceo Diurno y Nocturno, como también, en su juventud, en quijotescas empresas educacionales de liceos vespertinos como el Liceo Pedro Aguirre Cerda. También hemos sabido de su docencia universitaria, cumplida con el mismo brillo y carácter que su docencia en nivel medio. De todo lo que se conoce, sólo cabe concluir que fue Ud. un hombre realizado plenamente en el aula, que también estaba en la Biblioteca: un verdadero faro cultural.
Si muchos años pasaron hasta que el Liceo 1 de Hombres de Valparaíso llevara el nombre del coloso de la cultura que fuera don Eduardo de la Barra Lastarria, ¿cuántos años deberán pasar para que la Biblioteca del Liceo lleve el nombre de Miguel Espinosa Chiappa?

Profesor Horacio Reyes Riquelme ( ex –alumno Promoción 1960)

Friday, September 26, 2008


DISCURSO PRONUNCIADO POR EL PRESIDENTE DEL CENTRO DE EX ALUMNOS DEL LICEO EDUARDO CON MOTIVO DE LA REUNIÓN DEL RECUERDO DE LOS EGRESADOS EL AÑO 1968..

Señor Director del Liceo Eduardo de la Barra don Roberto Pantoja Toro;
Señores Profesores y ex profesores del Liceo Edo. De la Barra;
Señores Directores del Centro de Ex Alumnos;
Estimados Ex alumnos de la promoción 1968:

En el devenir de nuestra vida, una vez más el Liceo de la calle Colon nos llama como en los lejanos días de estudiantes hace ya CUARENTA AÑOS. Algo hace vibrar nuestros corazones y despierta al joven que sin duda aun llevamos adentro del alma, porque con ese espíritu juvenil dejamos de lado todo el afán de los días de hoy, para compartir los recuerdos del ayer, con los viejos amigos, con las amistades imperecederas de nuestra primera juventud.

El Centro de Ex alumnos y Amigos del Liceo Eduardo de la Barra, les agradece su presencia en el día de hoy, y quiere compartir con Uds. la alegría y la emoción de recordar una vez más ese paso por el viejo y tradicional Liceo de la calle Colón, que hoy ya no existe, ese paso por sus aulas, patios y viejas escaleras de madera, que contemplaron nuestras bromas y supieron de nuestra inquietudes, ilusiones y esperanzas; donde dimos rienda suelta a todas nuestras potencialidades físicas e intelectuales para realizar nuestros sueños, en las livianas y alegres alas de la juventud, partiendo confiados a recorrer los múltiples caminos que nos presentaba el futuro, un futuro que casi sin darnos cuenta ha llegado, porque como dice Mario Benedetti, el futuro viene lento.....pero viene.

Hoy día, cuando degustando el fruto de nuestras vidas de personas adultas, nos paramos a contemplar las flores y las espinas de la senda recorrida, no podemos dejar de valorizar la influencia vital que tuvo en nuestra formación, el paso por el Liceo Eduardo de la Barra; sin exagerar o sublimar los recuerdos, debemos reconocer la orientación valórica de nuestros profesores, maestros de vocación, austeros en su presencia y en su acción. Nuestra educación se desarrollo en ese verdadero crisol social, que era nuestro Liceo, donde además de los contenidos programáticos orientados por el Estado, la educación gratuita y la calidad de ella, permitían acceder conjuntamente a una buena educación a alumnos de diferentes niveles sociales, abriendo paso así a un pluralismo vivencial, a la reflexión de todas las ideas y a un claro sentido humanista y solidario.

Esa posibilidad de acceso a una buena educación pública, fue sin duda una gran ayuda al indispensable esfuerzo familiar de nuestros padres para fijar en nosotros todos aquellos valores que fortalecen y ennoblecen la convivencia humana y que por supuesto, en conjunto con otros esfuerzos sociales, impulsaron una movilidad social que nos ha permitido interactuar en el mundo de hoy, y pasar a ser en la sociedad chilena, con nuestro accionar honesto y nuestro desarrollo intelectual, factores importantes en la formación de nuestras familias, en el desarrollo del país y en la aspiración por construir una sociedad más justa y solidaria.

El espíritu liceano, que pudiéramos llamar el Alma del Liceo, se mantiene el día de hoy en el esfuerzo de sus profesores por entregar, además de contenidos escolásticos de la mejor calidad posible, los valores y espacios necesarios para el desarrollo de una juventud sana física y espiritualmente, con los medios limitados con que cuenta un sistema municipalizado que está sin duda en crisis y para muchos ya fracasado; con numerosos alumnos en situación precaria, producto de la lacerante desigualdad social que ha generado el sistema económico y que aflora de manera irritante en el sistema educacional, dando paso a verdaderos ghetos de riqueza o de pobreza, que hacen evidente la desigualdad de oportunidades, abriendo paso al resentimiento y a la frustración. Nuestro Centro, consciente de estas necesidades cumple el objetivo solidario de prestar ayuda a todos los alumnos de familias necesitadas, cuando así lo solicitan para eso necesitamos recursos que también solicitaremos de Uds porque entendemos que ese es un deber nuestro y una retribución social por la formación gratuita que recibimos en el Liceo.

Los alumnos del Liceo de Hoy, conocen los nuevos problemas que deben enfrentar y aspiran legítimamente a las libertades y oportunidades de la juventud, y como los alumnos de ayer, tienen clara conciencia de sus derechos, responsabilidades y deberes sociales y se han manifestado ya para exigir las soluciones que mejoren la equidad y calidad de su educación. Por eso estamos con ellos y los ayudamos y estimulamos en muchos de sus requerimientos.

Estimados exalumnos de la promoción 1968, como dijo un poeta “sembrada está la senda recorrida con las flores de aquella primavera”, con el recuerdo de aquellas flores y con ese mismo espíritu juvenil de los años pasados y llenos de esperanzas, tomemos juntos con el Centro de Ex Alumnos el compromiso de cooperar con nuestro Liceo que hoy nos ha vuelto a convocar bajo nuestro lema de HONOR , DEBER, UNION

Friday, October 12, 2007


DISCURSO CENA DEL RECUERDO, PRONUNCIADO POR EL EX ALUMNO MOISES CAÑAS.

En primer Lugar deseo agradecer muy sinceramente a aquellos hombres que gracias a su esfuerzo desinteresado y tan loable han hecho posible esta espléndida reunión.

Muy estimados ex compañeros, distinguidas señoras que nos acompañan.

Quien les habla ha tenido la fortuna de conocer a la Madre de éste, nuestro querido Liceo; y cuando se conoce a la Madre se conoce y comprende mejor a su creatura.

Sin duda estamos viviendo en estos instantes un espacio-tiempo diferente de nuestra cotidianidad; se trata de un espacio-tiempo fuerte, lleno de significaciones y de recuerdos notables, es un espacio-tiempo sagrado y digo sagrado pues lo sagrado es todo aquello que tiene para un ser humano una significación trascendente, llena de valores y de principios que fueron la materia prima de nuestra formación de hombres libres, iguales y fraternos; libres de dogmas y de prejuicios que solo nublan la razón y el pensamiento; iguales, pues fuimos formados con los principios republicanos y esencialmente democráticos y fraternos pues nuestros maestros grabaron en nuestra personalidad valores como la solidaridad y la justicia social, pilares fundamentales sobre los cuales se basa la paz social y la tolerancia, tan necesarias para construir un mundo mejor.

Podemos comprender lo que este liceo fue para nosotros solo cuando proyectamos La formación aquí recibida de parte de aquellos ilustres ciudadanos, verdaderos constructores de hombres. Baste sólo mencionar que de cada sexto llegaban a formarse varios profesionales altamente calificados de diversas especialidades gracias a la sólida formación científica-humanista e iluminada por los principios del laicismo que aquí se nos brindó.

Cómo no agradecer la obra constructiva de aquellos maestros de la docencia; sin duda debemos sentirnos privilegiados y agradecidos no sólo por haber estudiado gratuitamente sino además por haber tenido la suerte de que nuestros padres hayan escogido para nosotros este establecimiento.

Quisiera sólo recordar a dos personajes tan queridos, entre tantos otros: el uno un hombre humilde y sencillo que hacía del toque de campana un verdadero ritual de apertura y de cierre de nuestros trabajos liceanos; y aquel otro de gran estatura y corpulencia y que sin siquiera abrir la boca, con su sola presencia era capaz de llamar al orden y a la disciplina férrea a cientos de terribles viriles muchachos.

Pero podríamos preguntarnos porqué este Liceo fue para nosotros lo que realmente ha sido, porqué razón después de 30, 40, 50 o más años nos hemos dado cita el día de hoy con el objeto de recordar nuestra estancia en él.

Probablemente podamos explicarnos en parte esto, si recordamos la figura de aquel Ilustre y Venerable ciudadano cuyo nombre lleva

este Liceo.

Permítanme leer una breve biografía

"Eduardo de la Barra Lastarria, hijo de Don Jose Maria de la Barra y Lopez Villaseñor y de Juana Lastarria y Munizaga nació en la ciudad de Santiago de Chile ,el día 9 de febrero de 1839, en la calel Santo Domingo Nº 79.

La muerte prematura de su madre le obligo a trasladarse a la Serena, donde su abuela materna. A los catorce años viaja a Valparaíso ingresando a los colegios Goldfinch y Blum en donde se impregna de la cultura inglesa y, particularmente, de su rica tradición literaria. Mas tarde, ingresa al Instituto Nacional a estudia derecho, carrera que deja inconclusa para prepararse en matemáticas, titulándose, finalmente como agrimensor.

Fue un hombre polifacético por excelencia, destacándose en el ambiente cultural del Valparaiso de Fines del siglo XIX. Sobresalió entre otras actividades, como polígrafo, escritor, poeta, profesor,lingüista y político.

(cita continúa en siguiente artículo)



Sin embargo, su tarea principal la tuvo en la docencia y su obra maestra fue el Liceo de Valparaíso, que actualmente lleva su nombre. Durante su rectoría aglutino un conjunto de profesores, escritores, poetas, artistas y periodistas, logrando transformar este liceo en uno de los grandes centros culturales de Valparaíso. Una fraternal acogida le brindó a Rubén Darío, al arribar a Valparaíso, siendo éste un poeta pobre y desconocido. Lo estimuló y lo impulso a editar Azul, con prologo suyo. Este libro proyectó al modernismo en el mundo de habla hispana. Entre otras importantes actividades docentes en el año 1878, Eduardo de la Barra, junto a un grupo de personalidades porteñas, creó el Curso de Leyes, que fue el primer antecedente de la futura Escuela de Derecho del Puerto. Se desempeño también como profesor de la cátedra de Historia de la Literatura en el Instituto Nacional (1876), profesor de Matemáticas en la Escuela Militar, Rector del Colegio Nacional del Rosario de Buenos Aires y Visitador de los Colegios y Escuelas Normales de San Luís, Mendoza y San Juan.

Como escritor destacó por su manejo del lenguaje, su vena satírica, su finura en su poesía lírica, en sus leyendas y fabulas, en sus polémicos versos de circunstancia, en sus biografías, en sus traducciones, ensayos sobre literatura métrica y lingüística. Fue un verdadero maestro estudioso y profesional de la métrica, materia en la que llego a ser el mejor experto hispanoamericano de su tiempo.
Su erudición le valió ser nombrado miembro de la Real Academia Española.
Utilizo el seudónimo literario de Rubén Rubí y Martin Tinguiririca.









Entre sus obras litera­rias se destacan: "Poesía líri­ca", "Saludables advertencias a los verdaderos católicos y al clero
político","Francisco
Bilbao ante la sacristía", "El radicalismo en Chile", "El te­niente coronel Fray Luís Beltrán",
"Estudios sobre la cóle­
ra", "Las razas andinas", "Es­tudios sobre versificación castellana", "Rimas chilenas", "Nuevos
estudios sobre versi­
ficación castellana", "Proble­mas de fonética resueltos se­gún un nuevo método", "En­sayos filológicos
america­
nos", "El endecasílabo dactílico", "El problema de Los An­des", "Cuestión de límites", "Cartas de un senador de la
República
", "Restauración de la gesta del Cid", "Sistema acentual castellano", "Crítica filológica, examen y refuta­ción
de algunas teorías de D.
Federico Harisen", "El libro del niño", "Tratado de orto­grafía reformada", "Restauración del
Misterio de los Reyes Magos
", "Literatura arcai­ca", "Estudios críticos", "Las lenguas celto-latinas", "Odas de _Horacio",
"El embruja­
miento alemán", "El cantar de las hijas del Cid", "La crónica rimada de las cosas de Espa­ña", "El poema del Cid
re
construido sobre la base de la antigua gesta", "Espagírica de la lengua castellana", "Pá­ginas escogidas", etc.
Entre sus múltiples desem­
peños hay varios que no pue­den dejar de mencionarse, como son:
Jefe de Sección del
Ministerio de Hacienda (1864-1872), fundador del Cuerpo de Bomberos de Santiago, militante del
Partido Radical, Secretario de la Exposición Internacional (1875), Encar­
gado de Negocios en Uru­guay y delegado
chileno al Congreso Pedagógico de Montevideo (1882), fundador del Circulo de Amigos de las Letras y Miembro
Correspon
diente de la Real Academia Española de la Lengua.
Fallecio en Santiago de Chile, el dia 9 de abril de 1900, a la edad de 61 años.

"El Mercurio" de Valparaí­so, con motivo de su muerte, le dedicó su editorial, donde en parte expresa:
"Fue un
campeón del progreso inte­lectual de Chile y del afianza­miento de los principios de tolerancia y de justicia, que
baja a la tumba llevando sus sienes ceñidas con una rama' de laurel ganada en buena lid.
Sea ella un estímulo para la juventud que se levanta viva como Eduardo de la Barra, que consagrara toda su vida a cuanto
engrandece y dignifica
a la patria".
Justo reconocimiento ciudad
ano, que hoy, a más de cien años de su deceso, recorda­mos como ejemplo de un esti­lo
de vida digno de emular.



Eduardo de la Barra Lastarria, hijo de Don Jose Maria de la Barra y Lopez de Villaseñor y de Juana Lastarria y Munizaga, nació en la ciudad de Santiago de Chile, el día 9 de febrero de 1839, en la calle Santo Domingo Nº 79.
La muerte prematura de su madre le obligó a
trasladarse a la ciudad de La Serena, donde su abue­la materna. A los catorce años viaja a Valparaíso, ingre­sando a los colegios Goldfinch y Bluhm, en donde se impregna de la cultura ingle­sa y, particularmente, de su rica tradición literaria. Más tarde, ingresa al Instituto Na­cional a estudiar Derecho, carrera que deja inconclusa para prepararse en matemáti­cas, titulándose, finalmente, como agrimensor en 1800.

Fue un hombre polifacéti­co por excelencia, destacán­dose en el ambiente cultural del Valparaíso de fines del si­glo XIX. Sobresalió, entre otras actividades, como polí­grafo, periodista, escritor, poeta, traductor, profesor, lingüista y político.

Sin embargo, su tarea prin­cipal la tuvo en la docencia y su obra maestra fue el Liceo de Valparaíso, que actual­mente lleva su nombre. Du­rante su rectoría aglutinó un conjunto de profesores, escri­tores, poetas, artistas y perio­distas, logrando transformar este Liceo en uno de los grandes centros culturales de Valparaíso. Una fraternal aco­gida le brindó a Rubén Darío, al arribar a Valparaíso, siendo éste un poeta pobre y desco­nocido. Lo estimuló y lo im­pulsó a editar "Azul", con prólogo suyo. Este libro pro­yectó al modernismo en el mundo de habla hispana. En­tre otras importantes activida­des docentes en el año 1878, Eduardo de la Barra, junto a un grupo de personalidades porteñas, creó el Curso de Leyes, que fue el primer an­tecedente de la futura Escue­la de Derecho del puerto. Se desempeñó también como profesor de la cátedra de His­toria de la Literatura en el Instituto Nacional (1876), profesor de Matemáticas en la Escuela Militar, Rector del Colegio Nacional del Rosario de Buenos Aires y Visitador de los Colegios y Escuelas Normales de San Luís, Men­doza y San Juan.

Como escritor destacó por su manejo del lenguaje, su estilo, su vena satírica, su fi­nura en su poesía lírica, en sus leyendas y fábulas, en sus polémicos versos de cir­cunstancia, en sus biografías, en sus traducciones, en sus ensayos sobre literatura mé­trica y lingüística. Fue un ver­dadero maestro estudioso y profesional de la métrica, materia en la que llegó a ser el mejor experto hispanoa­mericano de su tiempo. Su erudición le valió ser nombrado miembro de la Real Academia Española.


Utilizó el seudónimo literario de Rubén Rubí y Martín Tinguiririca. Entre sus obras litera­rias se destacan: "Poesía líri­ca", "Saludables advertencias a los verdaderos católicos y al clero político", "Francisco Bilbao ante la sacristía", "El radicalismo en Chile", "El te­niente coronel Fray Luís Beltrán", "Estudios sobre la cóle­ra", "Las razas andinas", "Es­tudios sobre versificación castellana", "Rimas chilenas", "Nuevos estudios sobre versi­ficación castellana", "Proble­mas de fonética resueltos se­gún un nuevo método", "En­sayos filológicos america­nos", "El endecasílabo dactílico", "El problema de Los An­des", "Cuestión de límites", "Cartas de un senador de la República", "Restauración de la gesta del Cid", "Sistema acentual castellano", "Crítica filológica, examen y refuta­ción de algunas teorías de D. Federico Harisen", "El libro del niño", "Tratado de orto­grafía reformada" "Restauración del Misterio de los Reyes Magos", "Literatura arcai­ca", "Estudios críticos", "Las lenguas celto-latinas", "Odas de _Horacio", "El embruja­miento alemán", "El cantar de las hijas del Cid", "La crónica rimada de las cosas de Espa­ña", "El poema_del__Cid reconstruido sobre la base de la antigua gesta", "Espagírica de la lengua castellana", "Pá­ginas escogidas", etc.

Entre sus múltiples desem­peños hay varios que no pue­den dejar de mencionarse, como son: Jefe de Sección del Ministerio de Hacienda (1864-1872), fundador del Cuerpo de Bomberos de Santiago, militante del Partido Radical, Secretario de la Exposición Internacional (1875), Encar­gado de Negocios en Uru­guay y delegado chileno al Congreso Pedagógico de Montevideo (1882), fundador del Circulo de Amigos de las Letras y Miembro Correspondiente de la Real Academia Española de la Lengua.
Fallecio en Santiago de Chile, el dia 9 de abril de 1900, a la edad de 61 años.

"El Mercurio" de Valparaí­so, con motivo de su muerte, le dedicó su editorial, donde en parte expresa: "Fue un campeón del progreso inte­lectual de Chile y del afianza­miento de los principios de tolerancia y de justicia, que baja a la tumba llevando sus sienes ceñidas con una rama' de laurel ganada en buena lid. Sea ella un estímulo para la juventud que se levanta viva como Eduardo de la Barra, que consagrara toda su vida a cuanto engrandece y dignifica a la patria".
Justo reconocimiento ciudad
ano, que hoy, a más de cien años de su deceso, recorda­mos como ejemplo de un esti­lo de vida digno de emular.




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Tuesday, July 17, 2007

Antonio:
Te adjunto archivo con carta enviada al Mercurio en su oportunidad con motivo del fallecimiento de don Mario (y que no fue publicada), con una reflexión sobre ese acontecimiento y que me gustaría fuera publicada en el Blog, para conocimiento de los ex alumnos.
Atte.
G. Almonacid V


Señor Director:

Ha muerto don Mario Soto Soto, ex profesor de biología y química, ex Rector del Liceo Eduardo de la Barra, y ciudadano benemérito de Valparaíso.
Don Mario llegó a este tradicional Liceo de Valparaíso luego de ganar un concurso el año 1945. Desde su incorporación al Establecimiento se ganó el cariño y el respeto de profesores y alumnos por su rigurosidad profesional, su entrega vocacional y por sus naturales condiciones para ganarse la amistad de sus alumnos, los cuales, junto al profesor exigente, veíamos en él al consejero y al amigo que hacía y aceptaba simpáticas bromas. Sostenía que: “Ser educador implica tener la habilidad para entender el lenguaje de la juventud y ajustarlo a la realidad y a sus posibilidades”.
Don Mario cumplió a plenitud sus funciones de profesor en el área científica del Liceo durante 31 años, hasta llegar a la rectoría del Establecimiento y acogerse a jubilación el año 1976. Pero no terminó aquí su relación con el Liceo. Se incorporó activamente al Centro de Ex Alumnos, lo reagrupó y lo movilizó para cooperar y participar en todas las actividades del Liceo, manteniendo en los ex alumnos el orgullo y el cariño por su Alma Mater. En la vieja casona de la calle Colón, nos decía, “compartimos obligaciones profesores y alumnos, con deberes propios, pero todos unidos para destacar al Liceo en todas sus actividades: literarias, artísticas, culturales, científicas, deportivas; no recordarlas sería un olvido e ingratitud”.
A estas actividades en beneficio del Liceo y de sus actuales alumnos, dedicó más de 25 años de fructífera labor, y nos estimuló en nuestras acciones constituyendo para nuestro Centro un ejemplo de entrega vocacional. Anciano y con su salud ya deteriorada, nos envió un mensaje que tocó el corazón de los viejos alumnos: “En la vida no siempre triunfan los que reciben más ayuda, ni aquellos para quienes la suerte fue más generosa. Triunfan los que saben perseverar, los que no se fatigan al mantener el esfuerzo, los que se proponen llegar a una meta, dominando las adversidades. Hace medio siglo que dejaron las aulas, cantando el himno del adiós, con mucha emoción, con el sonido de la campana, caminando por el patio hasta salir del Liceo, dejando atrás su adolescencia y con ella tantos recuerdos que los acompañan y que hoy florecen con mucha fuerza” ¡¿Te acuerdas liceano?!
El Jueves 24 de Mayo de 2007, con 97 años de edad, don Mario bajó “a la tierra humilde y soleada” como dijo Gabriela Mistral, rodeado del cariño, respeto y admiración de su familia y de sus numerosos ex alumnos, formados con los valores aprendidos del testimonio de esos maestros que como don Mario Soto Soto han servido en ese querido establecimiento de Educación Pública. El Pabellón Nacional y el Estandarte del Liceo Eduardo de la Barra con sus respectivas escoltas, sus autoridades, profesores, una delegación de alumnos y el toque de silencio de un clarín de la banda, le dieron la despedida del Liceo de Hoy.
Don Mario, una parte de nuestra vida también se fue contigo. ¡No te olvidaremos!

Gastón Almonacid Verdejo
Presidente Centro de Ex Alumnos

Liceo Eduardo de la Barra