Friday, October 12, 2007

Eduardo de la Barra Lastarria, hijo de Don Jose Maria de la Barra y Lopez de Villaseñor y de Juana Lastarria y Munizaga, nació en la ciudad de Santiago de Chile, el día 9 de febrero de 1839, en la calle Santo Domingo Nº 79.
La muerte prematura de su madre le obligó a
trasladarse a la ciudad de La Serena, donde su abue­la materna. A los catorce años viaja a Valparaíso, ingre­sando a los colegios Goldfinch y Bluhm, en donde se impregna de la cultura ingle­sa y, particularmente, de su rica tradición literaria. Más tarde, ingresa al Instituto Na­cional a estudiar Derecho, carrera que deja inconclusa para prepararse en matemáti­cas, titulándose, finalmente, como agrimensor en 1800.

Fue un hombre polifacéti­co por excelencia, destacán­dose en el ambiente cultural del Valparaíso de fines del si­glo XIX. Sobresalió, entre otras actividades, como polí­grafo, periodista, escritor, poeta, traductor, profesor, lingüista y político.

Sin embargo, su tarea prin­cipal la tuvo en la docencia y su obra maestra fue el Liceo de Valparaíso, que actual­mente lleva su nombre. Du­rante su rectoría aglutinó un conjunto de profesores, escri­tores, poetas, artistas y perio­distas, logrando transformar este Liceo en uno de los grandes centros culturales de Valparaíso. Una fraternal aco­gida le brindó a Rubén Darío, al arribar a Valparaíso, siendo éste un poeta pobre y desco­nocido. Lo estimuló y lo im­pulsó a editar "Azul", con prólogo suyo. Este libro pro­yectó al modernismo en el mundo de habla hispana. En­tre otras importantes activida­des docentes en el año 1878, Eduardo de la Barra, junto a un grupo de personalidades porteñas, creó el Curso de Leyes, que fue el primer an­tecedente de la futura Escue­la de Derecho del puerto. Se desempeñó también como profesor de la cátedra de His­toria de la Literatura en el Instituto Nacional (1876), profesor de Matemáticas en la Escuela Militar, Rector del Colegio Nacional del Rosario de Buenos Aires y Visitador de los Colegios y Escuelas Normales de San Luís, Men­doza y San Juan.

Como escritor destacó por su manejo del lenguaje, su estilo, su vena satírica, su fi­nura en su poesía lírica, en sus leyendas y fábulas, en sus polémicos versos de cir­cunstancia, en sus biografías, en sus traducciones, en sus ensayos sobre literatura mé­trica y lingüística. Fue un ver­dadero maestro estudioso y profesional de la métrica, materia en la que llegó a ser el mejor experto hispanoa­mericano de su tiempo. Su erudición le valió ser nombrado miembro de la Real Academia Española.


Utilizó el seudónimo literario de Rubén Rubí y Martín Tinguiririca. Entre sus obras litera­rias se destacan: "Poesía líri­ca", "Saludables advertencias a los verdaderos católicos y al clero político", "Francisco Bilbao ante la sacristía", "El radicalismo en Chile", "El te­niente coronel Fray Luís Beltrán", "Estudios sobre la cóle­ra", "Las razas andinas", "Es­tudios sobre versificación castellana", "Rimas chilenas", "Nuevos estudios sobre versi­ficación castellana", "Proble­mas de fonética resueltos se­gún un nuevo método", "En­sayos filológicos america­nos", "El endecasílabo dactílico", "El problema de Los An­des", "Cuestión de límites", "Cartas de un senador de la República", "Restauración de la gesta del Cid", "Sistema acentual castellano", "Crítica filológica, examen y refuta­ción de algunas teorías de D. Federico Harisen", "El libro del niño", "Tratado de orto­grafía reformada" "Restauración del Misterio de los Reyes Magos", "Literatura arcai­ca", "Estudios críticos", "Las lenguas celto-latinas", "Odas de _Horacio", "El embruja­miento alemán", "El cantar de las hijas del Cid", "La crónica rimada de las cosas de Espa­ña", "El poema_del__Cid reconstruido sobre la base de la antigua gesta", "Espagírica de la lengua castellana", "Pá­ginas escogidas", etc.

Entre sus múltiples desem­peños hay varios que no pue­den dejar de mencionarse, como son: Jefe de Sección del Ministerio de Hacienda (1864-1872), fundador del Cuerpo de Bomberos de Santiago, militante del Partido Radical, Secretario de la Exposición Internacional (1875), Encar­gado de Negocios en Uru­guay y delegado chileno al Congreso Pedagógico de Montevideo (1882), fundador del Circulo de Amigos de las Letras y Miembro Correspondiente de la Real Academia Española de la Lengua.
Fallecio en Santiago de Chile, el dia 9 de abril de 1900, a la edad de 61 años.

"El Mercurio" de Valparaí­so, con motivo de su muerte, le dedicó su editorial, donde en parte expresa: "Fue un campeón del progreso inte­lectual de Chile y del afianza­miento de los principios de tolerancia y de justicia, que baja a la tumba llevando sus sienes ceñidas con una rama' de laurel ganada en buena lid. Sea ella un estímulo para la juventud que se levanta viva como Eduardo de la Barra, que consagrara toda su vida a cuanto engrandece y dignifica a la patria".
Justo reconocimiento ciudad
ano, que hoy, a más de cien años de su deceso, recorda­mos como ejemplo de un esti­lo de vida digno de emular.




-

No comments: